¿Por qué sufrimos?
En mis cinco años de experiencia como psicólogo clínico he descubierto que cuando no somos conscientes de nosotros mismos, acogemos con tristeza, indiferencia, escepticismo y resignación, las desdichas que nos agobian. Lo que más nos afecta es un mal que ya pasó y lo atesoramos como recuerdo; descuidamos el presente por ansiar lo incierto del futuro: no siempre tenemos lo que deseamos.
Mi deseo y deber en tu proceso personal, en el cual eres el principal protagonista, es conocer tu sintomatología; que comprendas con claridad tu dificultad en tus propios términos y coadyuvar a que seas consciente de lo que te enferma, no sólo en terapia, sino en tu diario vivir para que comiences a sanar tus emociones, tu mente y cuerpo.
La palabra no dicha enferma: ¡Se hace camino al hablar!